
Opinión - Editorial
La Ciudad Bonita que se volvió sucia y abandonada


Todo parece indicar que el alcalde de Bucaramanga Juan Carlos Cárdenas Rey también llega en helicóptero al despacho de su administración, porque muchos de los parques y muchas de las calles que antes eran aseadas están sucias y abandonadas, como si hubiésemos padecido una guerra en la que sus edificaciones, envejecidas y decrépitas, constituyen la peor vergüenza de esta metrópoli.
El alcalde metropolitano, Juan Carlos Cárdenas Rey, que creó una cadena de alzafuelles y aduladores para que le batan el incensario, se solaza diciendo que vivimos en la Ciudad Milagro porque la economía y el empleo van de la mano con el crecimiento económico de la región.
Unos contratistas afortunados, pero incumplidos, llevan mas de un año cambiándole la cinta asfáltica a la calle 37 con carreras décima y quince, la mas antigua de Bucaramanga, donde por años ha funcionado la Academia de Historia de Santander, mientras otros contratistas destruyen el Parque Custodio García Rovira para asegurar la financiación de las próximas elecciones regionales, con un despilfarro de recursos económicos, como pocos se habían visto en la capital santandereana.
Los parques y las calles del centro y de la periferia de la gran ciudad abarrotadas de carros y motocicletas, en parqueaderos improvisados, que entorpecen la movilidad vial, mientras el alcalde Juan Carlos Cárdenas Rey habla de la Ciudad Milagro porque según el mandatario municipal, somos una de las ciudades colombianas con menor desempleo, pero con enorme oferta de oportunidades.
Sin embargo, las informaciones policivas revelan cada día que son muchas las organizaciones de microtraficantes que han convertido a la capital de Santander en el escenario de la gran producción de estupefacientes.
Para completar este panorama desastroso, han suspendido la demarcación de las vías públicas y el mantenimiento de los puentes elevados que construyera la eficiente administración del ex alcalde Luis Francisco Bohórquez Pedraza, un funcionario que dejó huellas de su gestión en las obras públicas y que pagó con cárcel algunas de sus equivocaciones, pero le dejó a la ciudad los recursos provenientes de unas obras de valorización por beneficio general, que se ejecutaron en el intercambiador del Mesón de los Búcaros, en el puente elevado de la carrera 15 con Avenida Quebrada Seca y en la glorieta de la carrera novena con avenida Quebrada Seca, además de bellísimos parques construidos en la zona oriental y periférica de lo que puede ser, a futuro, gran parte del anillo vial externo que requiere esta capital.
Las calles invadidas todos los días por millares de vehículos automotores y motocicletas ofrecen un espectáculo grotesco, deprimente y peligroso al visitante. La otrora Ciudad Bonita , como la bautizara el periodista Yamit Amat, es una ciudad sucia y abandonada, donde muy pocas veces se rinden cuentas sobre la ejecución presupuestal y donde, desde hace diez años, no se proyecta la ejecución de nuevas vías.
Por el contrario, se redujeron los espacios para la circulación de vehículos para darle prelación a las ciclo-rutas que redujeron los espacios para la libre circulación de los automotores, obras inspiradas por el ingeniero Rodolfo Hernández Suárez, responsable de la mala imagen que dejaron las elecciones presidenciales del año pasado.
Entre las arterias viales más importantes de Bucaramanga están la Avenida Quebrada Seca, la calle 45 hacia la Central de Abastos, la carrerea 27 que atraviesa toda la ciudad desde el norte hasta el sur, la carrera 15 hasta el intercambiador de tráfico de la Puerta del Sol y la Avenida Féisal Mustafá de la carrera novena hacia la Ciudadela Real de Minas, donde el fracaso de los buses articulados del transporte masivo, ocupó el espacio público que ahora invadieron los motociclistas piratas, para quienes no existe una reglamentación legal.
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