
Opinión - Columnistas
Bucaramanga, cruces peligrosos Por: León Sandoval


En las ciudades colombianas, y en general
latinoamericanas, la planificación urbana no es propiamente una regla constante, son resultados de
la postmodernidad y de la lucha diaria por la subsistencia urbana. Se asienta una comunidad,
generalmente, desplazada por violencia o factores socioeconómicos, luego se indaga por las vías de
acceso y los servicios públicos básicos para esa comunidad. Bucaramanga no es la excepción, está
plagada de cientos de cruces viales peligrosos y de alta accidentalidad, que carecen de
semaforización, señalización debida, asistencia de alféreces de tránsito, sumados a la ausencia
absoluta de cultura ciudadana e inteligencia vial por parte de conductores y
peatones.
Entre los riesgos de la Ciudad, merece especial atención el conjunto de cruces en el deprimido del sector de Conucos en la Carrera 33 de Bucaramanga, obra que tiene aproximadamente tres decenios de construida, con tráfico descomunal, en la que confluyen los vehículos que transitan por la Carrera 33 en ambos sentidos. Convergen allí, los vehículos que circulan por la Autopista Bucaramanga-Floridablanca desde el sur del área metropolitana para tomar la Carrera 33, un primer cruce que implica atravesar un carril de popular “Carretera Antigua”, y confluyen también los vehículos que vienen por ésta.
Una vez superado el cruce de la “Carretera Antigua” se debe enfrentar un segundo cruce para ingresar en el deprimido que conduce a la Carrera 33 sentido Occidente-Oriente, por el cual se movilizan los vehículos que transitan desde el Municipio de Girón y Barrios como La Victoria y La Salle, unos con dirección hacia la Carrera 33, y otros se dirigen a la vía que da ingreso al viaducto Armando Puyana Puyana, conocido popularmente como “Viaducto La Flora”, con rumbo hacia el Centro Comercial Cacique y el Portón del Tejar.
El tercer cruce se encuentra en el deprimido de la Carrera 33, donde la prioridad la tienen los vehículos que ya han superado los cruces viales anteriores, y deben enfrentar a los conductores que vienen por el “Viaducto La Flora” desde el sector del Pontón del Tejar, éstos deben hacer un alto para atravesar el deprimido e ingresar a la Carrera 33 con dirección a los Barrios La Salle y la Victoria, o la vía a Girón. El deprimido desemboca en la Carrera 33 junto a las instalaciones del Colegio La Merced donde confluyen también los vehículos que acaban de atravesar el “Viaducto La Flora” y vienen desde El Portón del Tejar.
Preocupa que estos cruces viales, tan neurálgicos para ese sector
de la Ciudad, estén congelados en el tiempo, adolecen de urbanismo y mobiliario urbano adecuados, no
tienen andenes para peatones, ni iluminación nocturna pese al altísimo tráfico vehicular constituido
por transporte particular, transporte público y motocicletas que ingresan desordenadamente por
cualquier espacio y aún en contravía, carecen de señalización adecuada, de semáforos y de agentes de
tránsito.
Este sector vial de la Ciudad es una trampa mortal para los
conductores y peatones, dado el riesgo que entraña circular por allí; impera la ley del más fuerte o
para el caso, el carro más veloz y el conductor más hábil, sin mencionar el tema de la delincuencia
callejera, uno de los lunares de la Ciudad.
Una medida favorable de seguridad vial
sería instalar semáforos inteligentes, con tiempos coordinados de cambio de luces para permitir de
manera segura el ingreso a las vías en mención, aunados a una efectiva campaña de cultura ciudadana
e iluminación.
¿Cuántos gobiernos y accidentes deberán ser registrados
para que las autoridades despierten y tomen cartas en el asunto cumpliendo con su deber
constitucional? En el año del Cuadricentenario, semaforizar esos cruces y tomar medidas de seguridad
vial serían un gran obsequio para la Ciudad; Bucaramanga y sus habitantes los
merecen.
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