
Opinión - Columnistas
Momento de tribulación Por: Victor Corcoba Herrero

Por desgracia, siempre hay algo que no funciona o
entra en conflicto. Somos así, la necedad nos acompaña y la debilidad nos impide la curación. En
cualquier caso, todos en nuestro paso por la vida tendremos instantes de amargura y soplos de
bienestar. Lo importante, en este caso, es saber dilucidar el camino en el momento exacto. De
entrada, tomar el impulso para desbloquear nuestras emociones es primordial. Lo mismo que
concienciarse consigo mismo para activar nuestra propia batalla interna y hacer frente al estrés, la
depresión o cualquier otro trauma.
A mi juicio, lo significativo es centrarse y
concentrarse en nuestras propias capacidades humanas, en perseverar reduciendo al mismo tiempo las
tensiones. Quizás tengamos que hacer más silencios, intensificar los esfuerzos por entendernos,
dejar de aborrecernos unos a otros, ser más auténticos, activar la capacidad de observación y
escucha. Hay muchas cosas que nos conversan a diario y no entramos en diálogo. La misma naturaleza
con su lenguaje armónico. La soledad con su espíritu de reflexión.
El
arte nupcial del sueño que nos insta a despertarnos. Este mismo artículo es un sueño digerido mar
adentro y dirigido en busca de ojos lectores. Tenemos que responder no sólo como individuos, sino
también como familia humana, compartir responsabilidades y enhebrar entusiasmos entre vínculos.
Silenciemos las armas mientras tanto. Dejémoslas de usar. Fomentemos la cultura del abrazo, que la
violencia es nuestra mayor torpeza de debilidad.
No olvidemos que sólo hay una
ventana para salir de cualquier crisis, lo que significa mudar de aires, y el verdadero cambio ha de
hacerse en comunidad. Reunidos todos bajo el espíritu de la solidaridad es como se consigue un orbe
más habitable y un hábitat más sano. Es cierto que nuestra casa común se enfrenta a una triple
crisis planetaria: la alteración del clima, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, la
contaminación y los residuos.
También es verdad, que es preocupante la
continuación y posible extensión de los conflictos, la falta de adhesión de los ricos con los
pobres, que los programas de asistencia cada día sean más escasos y que las desigualdades entre
moradores se acrecienten. Sin embargo, hemos visto lo que podemos lograr cuando nos ensamblamos,
juntos podemos afrontar retos monumentales. Porque somos únicos, debemos dignificarnos para estar
por encima del nivel del miedo; y, porque tenemos una sola Madre Tierra, hemos de protegerla.
No destruyamos más existencia, que es como destruirnos a nosotros mismos,
construyamos un futuro donde la dimensión ética, active los gobiernos en todos los países. Estamos
para auxiliarnos, donarnos y reconciliarnos, También para comprometernos, junto al renacer de cada
aurora. Con la imaginación siempre en guardia, se requiere una visión de conjunto, sin descartar a
nadie, abriendo los corazones y las mentes.
Es cuestión de hallar
formas creativas de financiar el aumento de las necesidades de recuperación humanitaria y de
desarrollo en todo el astro o de convertir los terrenos áridos en suelos fértiles, para que nos
ayuden a descubrir esa paz interior que requieren los labios del alma. Para desgracia nuestra, el
mundo actual ayuda muy poco a reencontrarse con uno mismo, más bien a perderse por las redes
sociales, que son el blanco perfecto para deshumanizarnos y tomar todos los vicios.
Hay manifestaciones de odio tan patentes, que se necesita una riada de
simientes de efectivo afecto, cuando menos para darnos vida y poder revivir. La dicha sólo es
posible cuando me reconozco en los demás, conjugando el amor de amar amor.
¡Hagámoslo!
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