
Opinión - Columnistas
De la política, el juego y Caperucita roja Por Edgar Julián Muñoz


Un ejemplo sencillo es el
dilema del prisionero. El ente acusador habla con cada uno de los implicados por aparte y les
presenta una oferta: si confiesa contra el cómplice, todos los cargos en su contra se retiran y la
confesión se usará para encanar a 30 años al otro. Si no lo hace y, por el contrario, lo hace el
otro, será condenado a 30 años. Si ambos confiesan, serán 7 años para cada uno. Pero si ninguno
canta, la sentencia será de 2 años para ambos.
El destino de cada uno está
ligado a lo que diga el otro. Individualmente, confesar sería lo mejor, pero si ambos lo hacen, el
castigo es peor a si se quedan callados. Entonces, cuando uno escoge algo, inmediatamente tiene un
impacto en alguien y, una teoría económica como la Teoría de Juegos, definitivamente es crucial para
cualquier gobierno.
Sin embargo, esta interacción se puede usar consciente
o intuitivamente, y viendo lo que ocurrió recientemente en Caquetá, donde la policía es humillada y
despojada de sus derechos, confirma que el gobierno no midió el impacto político de su decisión al
abandonarlos. Porque al campesino asesinado lo mataron los mismos gamberros de la revuelta. Y
vándalos hay desde monjas hasta presidentes.
No
obstante, el impacto que estas vacilaciones está generando en la ciudadanía va en contra de lo que
la “intuición” del gobierno cree, ya que por más que busque justificar todo en “salvar vidas”,
olvida que nadie quiere encontrarse en la situación donde por números se intercambia su alma. La
vida de todos los policías y militares masacrados no puede ser compensación para un supuesto de
violencia sin querer buscar justicia.
Basándome en la Teoría de juegos intuitivamente, veo un escenario de destrucción mutua en la economía, la institucionalidad y los valores civiles de la sociedad colombiana. Pareciera ser el objetivo de un gobierno que deambula por la lluvia y se le está cayendo el camuflaje. Caperucita roja ya descubrió al lobo disfrazado de abuelita.
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